Televisa, “en paz descanse”

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Raúl Caraveo Toledo

@raulcaraveo

Televisa,  la empresa productora de televisión más importante de México anunció una serie de cambios de imagen y programación que serían a partir de agosto  de 2016, con ello se pretendía atraer a jóvenes cibernautas y a un segmento de mercado muy exigente por su capacidad de crítica y análisis; estos dos segmentos de mercado Televisa los había perdido por la incursión de la televisora  en faenas directamente políticas que no eran de su interés anteriormente. Si bien siempre se presumió como soldado del PRI, en los hechos la ambición del nuevo dueño Emilio Azcárraga Jean iba más allá que la de su padre, el tigre Azcárraga.

Al Azcárraga Jean le fascinan los escenarios, las cámaras, salir a cuadro, demostrar su poderío en fiestas, estadios, conferencias, en fin. La apuesta más valiosa políticamente Televisa la hizo al proyectar al ex gobernador del Estado de México Enrique Peña Nieto, manejar su imagen, promocionales, escenarios y todo el poder mediático para hacerlo Presidente de México. Ese fue su mayor error.

De la mayor apuesta al ponerse de espaldas al pueblo de México ya no cabría retorno, recuperación, o reivindicación posible.

Televisa siempre mintió a sus audiencias, millones de mexicanos se vieron traicionados y se fueron alejando poco a poco de “sus contenidos” como ellos mismos llaman a su programación deplorable.

Televisa nunca podrá cambiar, a los movimientos de agosto de 2016, siguieron menos televidentes, menos audiencia, menos anunciantes. No sólo llegó tarde a las redes sociales, simplemente a ese campo jamás pudo entrar pues la misma libertad e irreverencia de las redes son su antítesis.

Los programas de opinión y la barra de sus intelectuales goza del más alto desprestigio nacional, sus encuestadoras, líderes de opinión y comentaristas son una payasada, una burla al país sumido en el atraso, la corrupción, la impunidad, hasta sus patéticos programas que sirvieron como caja registradora para gobernadores que limpiaban su imagen en el canal de las estrellas hoy son una burla.

Televisa no podrá cambiar, se va con el viejo siglo y las viejas prácticas; no pudo con la más incipiente competencia en internet y luego en redes sociales.

Es lamentable que hoy después de varios años de tener estigmatizado a Andrés Manuel López Obrador lo saquen del baúl de sus  recuerdos y odios para dedicarle 40 minutos en el programa matutino de Carlos Loret  lo que en sí mismo tiene varias lecturas. La primero es salvar el rating a como dé lugar, valiéndose de lo que sea, incluso la traición. Que tenga cuidado don Andrés Manuel López Obrador.

Televisa empieza a desesperarse a cuatro meses de agosto, aligera su carga, se libera de pesos mórbidos como los son Joaquín López Dóriga, Adela Micha y  Víctor Trujillo que empezaban a ser patéticos; y, el reto inmediato es a quiénes va a recurrir esta gran empresa para poder salir a flote, de qué nuevos aliados va a hacer uso, qué contenidos, qué intereses la secundarán.

Con toda sinceridad –como un mexicano común y corriente- yo ya no podría volver a creer en la Televisa de los Azcárraga.

El 27 de agosto pasado en este mismo espacio escribí; “Televisa nunca podrá cambiar” les recuerdo lo que mencioné en aquel momento; http://ift.tt/2hyQUHw apenas a cuatro meses los resultados son increíbles por su velocidad.

Es el resultado de muchos agravios a la sociedad pensante de México.  Es el resultado  también de muchos periodistas y grupos de interés particulares e individuos que jamás creímos que la única  función de la televisora fuera ser una fábrica de sueños, ser generadora de ilusiones, distractor y enajenador; jamás podría ser esa su función en un país con nuestras características.

Luego llegamos a pensar que la corrupción del mexicano es un problema cultural intrínseco.

Lo que le está ocurriendo a Televisa es un éxito de millones de mexicanos, es un éxito de la perseverancia, con el agradecimiento al uso y aplicación de las redes sociales.

Gracias por su lectura y recomendación en Facebook y twitter.

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